Fueron tantas las noches de tantos años que ya mi alma y mi yo, éramos tan solo un ser en una vida de eterna soledad, las sombras siempre andaba merodeando en los lugares que me unía con la naturaleza; amiga del sol y de la musa lunar, de los encantos que drena los hilos plateados de las alturas de las sierras, de ver la magia de las estrellas en el nocturno galáctico, esa quietud de querer ver más aún de lo imaginario frente a un paisaje tangible y perceptible. Siempre anduve por caminos diferentes, en otros sitios y con otras personas y en otro idioma; esas fuerza que fortaleció mis raíces como mujer, como persona, aprendí hacer de mi cuerpo acero para que las penan y dolores reboten y sean ajenas a mi espíritu, aprendí a escuchar y responder en un abrazo que mitiga todo y sigo aprendiendo de los sabios que se encuentran sus nombres en los libros, que cada día es único y muy importante porque cada uno le va dar el tiempo y la solidaridad que deseé, el color que miran sus ojos, los sonidos que escuchará, esa atención especial hacia la familia; y todo aquello que cruzamos saludándoles en el camino, es parte de nuestras vidas diarias estar en contactos permanente con gente; hace que nuestro ser se convierta en esa mitad que a muchos les falta para estar completo.
Autora del libro impreso "Paisaje de mi Alma"
ana64@
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